Olimerca.- ¿Cómo valora la situación que vive en estos momentos el mercado del aceite de oliva en España?
Juan Vilar.- España es líder indiscutible del sector internacional de aceite de oliva, en conocimiento, experiencia, tecnología, productividad, experiencia,… no obstante ha demostrado de forma sobrada no estar preparada para una campaña como la que estamos viviendo. Es más, pocos actores del sector la habían previsto, y ello ha ocasionado un desequilibrio, cuanto menos, coyuntural entre oferta y demanda, que se ha trasladado a lo largo de los meses a la infraestructuras, medios de producción, e incluso a los precios en origen.

Por ello, es necesario asumir y ser consciente de que el escenario ha cambiado estructuralmente, en primer término, y por consiguiente es necesario tomar medidas, estrategias y buscar fórmulas que hagan que en el futuro no se produzcan situaciones similares de falta de planificación, con lo que ello conlleva en cuanto a efectos en la cadena de valor, sobre todo en origen, y sobre los olivares menos competitivos.

No obstante se trata de una situación comprometida, pero por supuesto salvable mediante un necesario incremento de la proacción por parte de los distintos organismos, instituciones, y demás compañías y personas que conformamos la actividad de dentro del sector.

Olimerca.- ¿Qué opina de la apertura de una autorregulación en el aceite de oliva español?
Juan Vilar.- El único método natural para estabilizar los mercado es que estos permanezcan en equilibrio, es decir, que las magnitudes que definen oferta, en este caso producción, y demanda, traducida en consumo, se muevan en paralelo. No obstante, esto se consigue teniendo un perfecto conocimiento del sector, tanto nacional, como internacional, tendencias de magnitudes, como puede ser la evolución de superficie, procesos de optimización en la cadena productiva, desde el campo hasta el destino, etc

Y todo ello conjugado con un plan de contingencia que te permita actuar en cada momento, previendo las situaciones de riesgo como la acontecida. Y todo esto se consigue en el largo plazo, incidiendo en herramientas como la promoción, u otros catalizadores directos de demanda, adaptándolos a los medios de producción, y teniendo en cuenta que los resultados sólo se ven a largo plazo.

Por lo tanto, la situación ideal pasará por transformar ese exceso, cuanto menos coyuntural de producción, en producto demandado de forma natural. No obstante si dicha autorregulación se desarrolla e implementa de forma coordinada y bajo la sincronización de todos los actores que cuentan con existencias actuales podría resultar una estrategia paliativa adecuada, cuanto menos la iniciativa ha demostrado que se ha reconocido cual es la situación, y ha puesto de manifiesto que se es capaz de desempeñar y tratar de poner en práctica medidas de proacción inmediatas ante situaciones sobrevenidas, no obstante, como digo exige plena coordinación en los actores que poseen el producto, teniendo en cuenta lo dificultoso que esto resulta, por la dispar naturaleza, y por consiguiente intereses, de las distintas compañías que conforman el entramado económico sectorial

Olimerca.- ¿ Qué responsabilidad tienen los cultivos intensivos en los bajos precios del aceite?
Juan Vilar.- En tan solo dos décadas se han plantado en el planeta algo más de 2 millones de hectáreas de olivar, en su mayor medida olivar moderno, por circunstancias climatológicas la influencia de ese incremento de superficie sobre la producción, aunque era previsible, no se ha dejado ver de forma cada año de manera proporcional. Ello ha llevado a que parte del sector le haya pillado por sorpresa y haya provocado esta situación de desequilibrio, cuanto menos estacional o coyuntural dependiendo de las medidas que se tomen.

Se ha de tener en cuenta que en la actualidad el olivar moderno supone casi el 30% del total de superficie, los cuales producen ya el 40% del total de la oferta mundial de aceites de oliva, mientras que el olivar tradicional, un 70% aproximado de superficie, es responsable del 60% de la oferta, Esto nos hace pensar que las cosechas, salvo circunstancias climatológicas generalizadas, cada vez serán más estables y de mayor cuantía.

En la actualidad el olivar moderno supone casi el 30% del total de superficie, los cuales producen ya el 40% del total de la oferta mundial de aceites de oliva

Este sector es tan dinámico que se ha de tener un perfecto conocimiento de su estructura global, y de la tendencia de sus magnitudes en el ámbito internacional, de otro modo la capacidad de acertar en la toma de decisiones está sujeta a mayor probabilidad de error.

Olimerca.- ¿Hay posibilidad de una subida de precios en origen con unos stocks tan altos?
Juan Vilar.- Por supuesto que sí, como se ha dicho anteriormente hemos de escuchar cual es la evolución del mercado, y en la actualidad este nos manifiesta que no hay vírgenes extra disponibles hasta nueva recolección. De hecho, se espera que a principios de campaña los precios evolucionarán positivamente para esta categoría, e irían de forma gradual cediendo en función de cómo se desarrolle la campaña. También podría producirse un punto de inflexión negativo de tendencias en septiembre si se acaeciera una liberación masiva de producto de forma previa al comienzo de la campaña, pero dicho efecto incidiría en las categoría de inferior calidad.

Olimerca.- ¿Qué líneas maestras nos puedes adelantar de lo que será la producción de aceite de oliva en todo el mundo en la próxima cosecha?
Juan Vilar.- En la actualidad se produce aceite de oliva en 65 países de los 5 continentes, y aunque el peso, tanto de la oferta como de la demanda, recaen en no más de 10 mercados, las cosechas tienden a ser parecidas a nivel mundial por el efecto compensación así como por la modernización y expansión del olivar en el planeta.

No obstante, la campaña que empezará en breve será el comienzo de una reorganización natural del sector, por supuesto ayudadas con medidas de corrección y adecuación de magnitudes. Los principales efectos serán los siguientes, una caída gradual del destino de tierras al cultivo del olivo, y por tanto una ralentización en su expansión que pasará de una media de 150 mil hectáreas por ejercicio, a no más de 80 mil, y todo ello a favor de cultivos permanentes como son el almendro, frutos rojos, nogal, pistacho, etc. un incremento del consumo internacional de aceite de oliva que podría oscilar entre el 8 y el 10%, motivado por los precios actuales, así como, por los efectos de las primeras medidas del fomento de consumo adoptadas; y por último, un abandono de parte de aquellos olivares poco competitivos, de secano, y no mecanizables con bajas productividades por circunstancias propias de remuneración de renta. Todo ello, de manera estructural, pero muy gradual, contribuirá a la recuperación de los precios en origen.

Olimerca.- ¿A qué se enfrentará España la próxima campaña?
Juan Vilar.- Con respecto a España aunque históricamente una caída de la producción nacional se traducía en un repunte, o cuanto menos mantenimiento de los precios en origen, todo ello dependerá de la adecuación que se experimente en la gestión de los stocks, y por supuesto, en las expectativas y composición de la campaña posterior a la que en breve comienza, la 20/21.
Por otro lado, también se podrían ver afectados negativamente los precios a corto plazo en los mercados internacionales, de los que España tiene la mayor cuota, debido a la concurrencia competitiva en dicho entorno de los posibles stocks disponibles en otros países con elevado protagonismo productivo, y destinados también a mercados no domésticos.

Olimerca.- ¿Qué recomendaciones haría a nuestros productores para los próximos meses?
Juan Vilar.- La primera máxima es conocer de forma más precisa y completa la evolución internacional, y particular de los distintos actores que ejercen influencia en el comportamiento del mercado, ello se consigue con un seguimiento permanente del mismo y sus magnitudes más representativas, oferta, demanda, superficie, precios, disponibilidades, etc. tanto a nivel local, como internacional. Todo ello permite tomar decisiones con menor probabilidad de error, aunque no infalibles.

A ello ayudarían medidas de corte supraempresarial, lideradas por instituciones de mayor calado institucional que fomentaran la promoción y desarrollo del consumo, en todos los ámbitos, pero especialmente en los mercados maduros, y de forma coordinada entre todos estos países, pues un incremento de la demanda doméstica descongestiona la competencia internacional entre los grandes productores y apreciaría las rentas vía incremento de precio en origen estableciendo un marco adecuado para el desempeño adecuado de la actividad en toda la cadena de valor, en este sentido resultan primordiales desarrollar el consumo en los canales horeca, industria agroalimentaria, sector conservero, así como, las actividades de panadería, pastelería, etc.

La primera máxima es conocer de forma precisa y completa la evolución internacional de los distintos actores que influyen en el comportamiento del mercado

También resulta importante al margen de estas medidas, que cada compañía, sea de la naturaleza que sea, cuente con su propio plan estratégico u hoja de ruta que contenga las estrategias corporativas (integraciones, líneas de negocio, mercados, etc.) y competitivas (liderazgo en costes, singularización, enfoque, etc.) con las que va a operar; así como, las medidas correctoras ante posibles situaciones adversas que pudieran sobrevenir, ello ayuda a anticiparse a las los riesgos, y sobrellevarlos de forma más optimizada, reduciendo los efectos negativos de estas.

En definitiva, la improvisación y falta de planificación tiene un mayor efecto negativo sobre la cuenta de resultados, que el coste que supone la formación, la experiencia, el conocimiento, y la información.