Desde dentro porque, como lluvia que no cesa y a la que ya pareciera que nos hemos acostumbrado, se siguen rellenando una y otra vez los envases de aceite de oliva en nuestros establecimientos hoteleros, y no pasa nada oiga. Ni los clientes levantan la voz, ni las autoridades públicas toman las medidas oportunas. Y eso en Jaén y su entorno, que en otras tierras no me atrevo a pedir aceite de oliva para una tostada, a saber lo que te pongan. La última vez que lo hice en Cuenca me pusieron aceite con sabor a churro, aunque no vi en ningún cartel promoción de tan magno producto gourmet: la churritostada.

Siendo esto habitual, lo que realmente me ha cabreado en los últimos días es que Dani García, el afamado chef alejado ya de sus exitosos restaurantes plagados de estrellas Michelín y nada más estrenar su flamante programa de cocina en la televisión de ámbito nacional, presumiendo de cercanía y practicidad, de los primeros consejos que se atreve a ofrecer es el de mezclar el aceite de oliva con aceite de girasol a la hora de freir, mirando por la economía de su audiencia porque el precio del aceite de oliva está disparado. Curioso que esto coincida con los problemas que está habiendo por los bajos precios que perciben los productores.

Nada más lejos de mi intención que demonizar al aceite de girasol, que tiene sus aplicaciones y respetables, pero lo de mezclar dos grasas con un punto de ebullición y degradación distinto, además de que no se pueden reutilizar igual, no puede salir muy bien. Ojito con lo que recomendamos, Dani, que el dinero del mezquino, anda dos veces el camino.

¿Tendría la misma aceptación aconsejar mezclar el vino con agua porque está muy caro? ¿Se puede sustituir el zumo de naranja por un refresco azucarado y carbonatado? No se trata de no usar el aceite de girasol, el problema es que no debemos equipararlo con los aceites de oliva, obtenidos solamente con medios físicos, y ojo que me refiero al aceite de oliva en sus distintas variantes.

Un amigo me afeaba este comentario, tachándome de talibán en cuanto a los aceites de oliva, porque según él todo el jamón que se come en una casa no puede ser ibérico de pata negra, pero el problema aquí no es comparar distintas variedades de jamón serrano, es que se nos quieren colar comparar el jamón serrano con el chopped, y no digo que no haya que comer chopped, pero hasta que el consumidor no tenga así de claras las diferencias no podremos darnos por satisfechos.

Muchos son los esfuerzos realizados promocionando los aceites de oliva, muchos las misiones comerciales organizadas, muchas las catas que se proponen, muchísimas las continuas alabanzas de sus cualidades organolépticas y muchísimos los chef prestigiosos y gurús de las redes que se han prestado a loar las bondades de los aceites de oliva, cobrando por supuesto. Una pena que sean los mismos que no dudan en tirar por tierra a las primeras de cambio nuestros aceites de oliva. No es de extrañar, porque tampoco tienen problema en prestar su imagen para las hamburguesas de McDonald’s si hay oferta económica de por medio. Poderoso, poderosísimo caballero es don dinero.