Durante estas semanas estoy escuchando infinidad de intervenciones de actores del sector agrícola y no acabo de comprender, desde mi óptica, cómo NO se dan argumentos, ni soluciones más allá de echar la culpa a todos; sin razonar los hechos que nos han llevado hasta aquí, las consecuencias, los actores y las soluciones de futuro.

Soy un especialista del sector del aceite de oliva, y es un campo del que participo y me mantengo informado desde hace 27 años. (En el sector cooperativo y sindicatos veo las mismas caras al frente del “sector” desde los años 80)
Si me centro en este sector, que perfectamente puede ser reflejo de la mayoría de los sectores productivos y de las estrategias de los grandes operadores; y tomando como referencia al primer operador comercial al por menor en España, –MERCADONA-; vemos que parte de su estrategia de negocio es la de posicionarse como productor, controlando unas 20.000 has. de olivar superintensivo en diferentes países, principalmente Portugal, España y Marruecos.

En el sector cooperativo y sindicatos veo las mismas caras al frente del “sector” desde los años 80

Con este enfoque, pueden disponer de precios muy competitivos que le permiten ofertar a 2€/Kg. de aceite virgen. A este precio, estas grandes plantaciones de cultivo superintensivo, con un nivel total de mecanización de todo el proceso productivo, y producciones que duplican las del olivar tradicional, resultan beneficios que rondan el 10%.

Cuando explico a un agricultor que estas plantaciones, a pesar de sólo ganarle un céntimo por kg. de oliva, cuantos más producen más dinero ganan; y que ellos cuanto más producen más dinero pierden, muchos agricultores se muestran incrédulos o incapaces de entenderlo. Su mentalidad está centrada en la de producir, y únicamente piensan en producir más.

Por otra parte, cualquiera que esté versado en el funcionamiento de estas grandes compañías, sabe que TODOS han adoptado el sistema de gestión de proveedores que desarrolló súper López en los años 90, pero con la importante variable de pasar de una gestión responsable (bidireccional) de los proveedores, a una gestión donde la rentabilidad se mira desde la óptica de la posición dominante.

Dicho esto, está claro que Mercadona y los demás operadores, saben perfectamente que los agricultores se están arruinando, pues conocen perfectamente todos los costes de sus proveedores, así como los márgenes de mejora de dichos costes y la repercusión de los mismos.

Lo que resulta incomprensible, es que no valoremos que todo ello forma parte de una estrategia predeterminada. Más cuando estas entidades y fondos de inversión, están acaparando grandes superficies agrícolas en nuestro territorio y en otros países. Mientras que nuestros agricultores se desgallitan pidiendo precios justos, estos operadores se frotan las manos. Si los precios suben ellos multiplican, si bajan adquieren las propiedades.

"Pedir precios sobre referencias de costes es una arma de doble filo que, en el mejor de los casos, nos mantendrá vegetativos hasta que convenga mientras serán otros los que se pongan las botas"

Si no apostamos por personalizar las ayudas a los pequeños y medianos agricultores mediante el cobro de unas rentas mínimas que permitan el rejuvenecimiento, la profesionalización y mantener su actividad e impacto en el medio, estaremos pidiendo parches que no darán equilibrio al medio rural.

Igualmente, los sindicatos y sectores profesionales, deben solicitar investigación robótica orientada a las explotaciones pequeñas y medianas que puedan contener los costes de producción respecto a los cultivos intensivos que acaparan toda la investigación en la mejora de los medios técnicos.

El sector hortofrutícola especialmente, es rehén de su inmediatez y de la caducidad; pero nadie se hace responsable de la falta de planificación que amplifica sus consecuencias. Se recoge el producto diaria o semanalmente, y se degrada en días o semanas con lo que el margen de negociación es nulo.

Las decisiones de implantación de un cultivo se toman en base a precios de hoy sin entrar en cuestiones como su valor nutricional y funcional, estrategias de comercialización, usos y transformación, gestión de los excedentes, y otras que permitan que el flujo de la producción, sea comercialización en fresco o para transformación sea clara y planificada más allá del precio o la oportunidad de esa inmediatez que obliga el cultivo.

Se puede mantener la actividad profesional con poca superficie y elevadas producciones en invernaderos, pero como sociedad, tenemos que decidir urgentemente que queremos que sea el medio rural, el tipo de agricultura que deseamos mantener y sus repercusiones medioambientales, paisajísticas y sociales.

Mi visión actual del campo español, es la de Abascal a caballo delante de los agricultores en manifestación, pero sustituyendo a San Isidro Labrador por Millán Astray como patrón sempiterno.

"¡Viva la muerte!" y "¡Muera la inteligencia!".

Urge la necesidad de un sector con mayor formación en todos sus niveles. No puede ser que el sector agrícola sea sinónimo de “zoquete o tarugo”. Tenemos sapiencia acumulada para aplicar y explicar que raramente utilizamos para enriquecer nuestro producto o sector, y en este medio por desgracia proliferan los listos y se mira con desconfianza, cuando no con desdén a los inteligentes.