Siempre se ha dicho que es imposible mezclar el agua y el aceite. Pero eso no es del todo cierto, en estos tiempos llevamos viviendo una situación en la que esta complicada emulsión está protagonizando el mercado y de cómo sepamos gestionarla dependerá el futuro.

Al cierre de este artículo a finales de octubre, nos encontramos con la hora de la verdad en la próxima cosecha 2024/25. Es cierto que llovió en primavera -sobre todo la bendita Semana Santa- y que en muchas comarcas los olivos se prepararon para tener una buena cosecha. Pero llegó el duro verano y el otoño y las altas temperaturas y la sequía ha seguido haciendo estragos en el mayoritario olivar de secano. Es decir, que ha de llover bien y mucho para que se confirmen los augurios de una campaña que ya no va a ser tan buena como inicialmente se previa.

Los datos de la Junta de Andalucía y, por ende, el Ministerio de Agricultura, nos hablan de que podría estar en torno a 1.300.000t, es decir, una cosecha media. Si nos fijamos en las previsiones de otros países productores, tampoco la cosa está para tirar cohetes, y nuevamente el incremento mundial de la cosecha oleícola viene justificado por el ascenso de España.

Y qué va a pasar con el consumo

En el otro lado de la balanza tenemos el comportamiento del consumo. El aceite de oliva viene teniendo un valor más alto que nunca en los últimos meses, y aunque han caído las salidas, el comportamiento ha sido francamente positivo con comercializaciones que rondan 1.100.000t. Si al final el aceite bajara, la lógica nos hace pensar que el consumo interno se puede recuperar algo, y, por lo tanto, esos datos subirían para el año próximo, al que llegaremos con unas existencias claramente bajas.

En un primer análisis superficial, el incremento de producción no va a ser suficiente para enlazar de manera tranquila con la cosecha 2025/26 

Todos los días la opinión pública viene preguntándose cuándo bajará el aceite, que ha sido, una vez más e involuntariamente, el protagonista de las noticias económica y la inflación.

Hace unos meses, el horizonte era el inicio de la nueva campaña, hacia noviembre, pero ahora parece que esto no está tan claro, porque llegamos a un enlace de campaña mínimo y se pueden producir tensiones en las necesidades con los primeros aceites.

Ya se habla de que debe haber disponibilidades más altas entrada la campaña para que esto pueda ocurrir. Nadie sabe hasta dónde bajará, porque hay varias consideraciones e incertidumbres: cuál será finalmente la producción, si va a llover lo suficiente para que el olivo se prepara para una buena cosecha venidera, cómo se va a comportar el consumo, que ocurrirá con los costes de producción -que indudablemente han aumentado- y la rentabilidad mínima de las explotaciones…

Por tanto, nos podemos encontrar con situaciones paradójicas porque en el mercado se va a ir al límite, a operación por operación: aceites viejos más caros que nuevos producidos, ventas de futuros que luego pueden sufrir variaciones respecto al mercado real, alegría inicial en las posiciones de venta que luego se pueden contener una vez vaya evolucionando la campaña…

La inexplicable situación del aceite refinado

Y luego en esta emulsión, vemos esas situaciones inexplicables, que suelen acentuarse en períodos de precios altos, que pasan inadvertidas por la Administración y que denuncian medios como Olimerca ¿Cómo es posible que el aceite de oliva refinado esté más barato que el aceite lampante? La única explicación lógica es el fraude, la mezcla de aceites, como venimos denunciando desde hace años sin que esta competencia desleal se ataje. Pocos operadores quieren abordar esto, sus explicaciones tendrán; nosotros planteamos soluciones -no la única- como la certificación voluntaria de procesos.

Lo que está claro es que nunca el aceite estuvo tan ligado al agua, porque ella es el ingrediente fundamental para la normalización de las cosechas y del mercado

Así los operadores venimos gestionando y vamos a continuar con estas situaciones tan complejas en esta emulsión. Para lo que está claro es que nunca el aceite estuvo tan ligado al agua, porque ella es el ingrediente fundamental para la normalización de las cosechas y del mercado… por eso, es hora no ya de que se hable, sino que se ejecuten las necesarias políticas hídricas si queremos que el olivar siga siendo el bosque que frena el desierto y que genera riqueza en nuestros pueblos.