Olimerca.- El Instituto italiano de Servicio para el Mercado Agrícola, Ismea, ha presentado un estudio en el que se aborda el consumo de la aceituna de mesa en Italia, las características de sus consumidores y sus posibilidades de crecimiento, entre otras cosas.

El análisis muestra que para las aceitunas con indicación geográfica certificada existen enormes márgenes de crecimiento y que el desarrollo de este segmento de mercado no está relacionado con el mercado de las aceitunas de mesa en general.

También hace referencia a algunas características de la cadena de suministro y del mercado de las aceitunas de mesa. Primero, en el análisis del comercio exterior destaca la dependencia italiana de los productos importados, principalmente de España y Grecia. Como resultado, el saldo de la balanza comercial de este producto es estructuralmente negativo y en 2018 generó pasivos de alrededor de 50 millones de euros.

Un segundo elemento a destacar es la modesta cantidad de productos certificadas con DOP (Ascolana del Piceno, Oliva di Gaeta, Bella della Daunia y Nocellara del Belice). A esto se suma la falta de reconocimiento con Denominación de Origen para otras producciones características del territorio italiano. Señala el informe que sólo existe una para toda la aceituna Taggiasca y que incluso, sin el reconocimiento, tiene un excelente éxito comercial.

Comercio

En cuanto al mercado, las ventas minoristas de aceituna de mesa a través de hipermercados, supermercados y tiendas de descuento destacan dos elementos muy importantes y útiles para establecer una actividad de marketing estratégico eficaz. El primero es la concentración de ventas en los meses de verano y con motivo de las vacaciones de Navidad y Semana Santa. El segundo elemento es el uso por parte de la distribución minorista de la palanca de ventas promocionales para impulsar las compras y lograr grandes volúmenes en períodos muy concentrados.

Como conclusión, este estudio enfatiza que para mejorar la calidad y aumentar el consumo de las aceitunas italianas es necesario dejar de lado los individualismos y las competencias entre productores, industrias y territorios, y centrarse, por un lado, en la capacitación de los agricultores y, por otro, en la información y comunicación al consumidor, a través de canales de distribución moderna, restaurantes y bares, a través del típico aperitivo.