Olimerca.-  Tras el parón del mercado del aceite de oliva en origen, durante la Semana Santa, la actividad operadora se ha reiniciado con muy pocas novedades respecto a días atrás.  Volvemos a hablar de una gran tranquilidad operadora, con un sector industrial envasador que va al día: compra, retira la mercancía y espera otra oportunidad a la baja de los precios para seguir comprando. Y en este contexto es difícil que los precios pueden recuperarse, tal y como busca la producción.

De hecho, parece que ha habido algunos intentos de subidas en estos días anteriores, pero la buena imagen que tiene el campo y más concretamente el olivar, cargado de potenciales aceitunas, y con un clima que está acompañando en el desarrollo de la floración, los gerentes de las almazaras miran sus bodegas y comienzan a hacer sus cábalas sobre como afrontar los próximos cinco meses para llegar a octubre con las existencias justas de aceite de cara a no seguir provocando más ajustes de precios a la baja.

Y es en este contexto cuando podemos observar que el futuro de los precios en los próximos meses no nos deparará muchas alegrías. Porque a medida que las almazaras se vean con la necesidad de dar salida a sus bodegas, indudablemente que tendremos sobre la mesa oferta por debajo de los precios actuales.

Llegados a este punto, debería ser el momento para reflexionar acerca de si seguir bajando los precios actuales en origen nos va a permitir aumentar más el consumo interior. Es necesario conservar esa necesitada estabilidad en el lineal para que el consumidor no vuelva a sentir esa confusión entre un aceite de oliva a 3,00 y un girasol alto oleico a 2,50.  Volveremos a confundir al consumidor con las distintas calidades de los aceites y nos quedaremos sin argumentos para defender que el aceite de oliva virgen y virgen extra merecen su justo precio acorde con la calidad y su proceso de elaboración.

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