Olimerca.- La Comisión Europea está estudiando un sistema basado en el mercado para animar a los agricultores y a la industria a conservar la naturaleza y restaurar la biodiversidad perdida poniendo precio a los ecosistemas.

En palabras de la presidenta de la CE, Ursula von der Leyen, publicadas por Euronews, la UE debe crear nuevas herramientas financieras para recompensar a los agricultores que contribuyan a revertir la pérdida de biodiversidad y el deterioro del clima.
"Necesitamos nuevas herramientas financieras para compensar a los agricultores por los costes adicionales de la sostenibilidad y compensarles por cuidar el suelo, la tierra, el agua y el aire. Es hora de recompensar a quienes sirven a nuestro planeta", añade.

Von der Leyen hacía estas declaraciones en una conferencia en Múnich, que tuvo lugar días después de la conclusión de un "diálogo estratégico" sobre el futuro de la agricultura en Europa, lanzado en medio del creciente malestar por la política medioambiental de la UE.

"Necesitamos nuevas herramientas financieras para compensar a los agricultores por los costes adicionales de la sostenibilidad y compensarles por cuidar el suelo, la tierra, el agua y el aire. Es hora de recompensar a quienes sirven a nuestro planeta"

Los agricultores son víctimas en primera línea del cambio climático y la pérdida de biodiversidad, al tiempo que "las estructuras y prácticas agrícolas pueden alimentar estas crisis", afirmó la reelegida presidenta del Ejecutivo comunitario.

La presidenta de la CE puso el ejemplo de "una empresa de aguas para la que la salud de un manantial sea activo vital. O tomemos una empresa frutícola que depende de la labor esencial de los polinizadores. Podrían utilizar los créditos naturales para recompensar a las comunidades locales y a los agricultores que prestan servicios ecosistémicos, de modo que podamos crear un mercado para restaurar nuestro planeta", afirmó.

"Sé que suena casi demasiado bueno para ser verdad, pero sabemos que con las normas adecuadas, se puede hacer", dijo, señalando el sistema de comercio de emisiones de la UE, donde los operadores de centrales eléctricas y fábricas tienen que comprar derechos negociables para cubrir cada tonelada de dióxido de carbono que emiten, un sistema en vigor desde hace dos décadas.