Olimerca.- Por malas prácticas en el laboreo o en el uso de herbicidas, en Andalucía se pierden entre 29 y 47 toneladas de suelo fértil por hectárea y año. Así lo señalan desde Olivares Vivos, que en su publicación “Buenas ‘malas hierbas’ del olivar” explican los beneficios que aporta la cubierta vegetal para el propio cultivo y para el medio ambiente.

Llevar a cabo una gestión adecuada de la cubierta herbácea del olivar propicia la presencia de una comunidad diversa de insectos, aves, mamíferos, reptiles y anfibios, haciendo de él un cultivo con gran valor para la conservación de la naturaleza. Un hecho que está siendo demostrado por Olivares Vivos, que durante los últimos años ha medido la biodiversidad, así como los efectos de las buenas prácticas o diversas actuaciones de restauración ecológica sobre una veintena de olivares demostrativos de Andalucía.

Con una adecuada gestión de las cubiertas herbáceas se puede disfrutar de los servicios ecosistémicos (conservación del suelo, fertilidad, control de plagas y enfermedades) que esta aporta, sin menoscabo de la producción, aumentando así la sostenibilidad y la rentabilidad del olivar.

A pesar de que cada vez son más los olivicultores que abandonan el uso de herbicidas y comienzan a gestionar la cubierta herbácea, el cultivo del olivar con los suelos desnudos sigue siendo el manejo más extendido.

El suelo
El capital de cualquier cultivo, ya sea herbáceo o leñoso, es el suelo, y perderlo es perder la capacidad productiva y la rentabilidad de nuestros campos. La hierba bien gestionada se convierte en el mejor aliado del agricultor contra la erosión: conserva el suelo y lo fertiliza, reduciendo la necesidad de abonos y los gastos del olivarero.

Además, favorece la infiltración del agua de lluvia (un campo con cubierta herbácea almacena más agua que otro en el que el suelo está desnudo, ya que gran parte se pierde por escorrentía). Asimismo, el mantenimiento de cubiertas funcionales, agronómicamente bien gestionadas, aumenta el número de especies y la complejidad del agrosistema, haciendo que el cultivo sea más estable frente a los cambios ambientales, como la irrupción de plagas y enfermedades.

“A todas las ventajas agronómicas que reporta una adecuada gestión de las cubiertas herbáceas, se suman los beneficios sociales, como el incremento de la biodiversidad, la mejora del paisaje y los efectos positivos sobre el cambio climático. Un olivar con cubierta herbácea secuestra el doble de carbono que otro cultivado con el suelo desnudo. Unos beneficios que deberían traducirse en un reconocimiento y apoyo por parte de la política agraria, pero también por parte de los consumidores. Y esto es lo que pretende el proyecto Olivares Vivos, que identifica AOVE producidos en olivares que recuperan biodiversidad, siendo un requisito indispensable el mantenimiento y la adecuada gestión de las cubiertas herbáceas”, defiende José Eugenio Gutiérrez Ureña, coordinador de Olivares Vivos y delegado de SEO/BirdLife en Andalucía.