Olimerca.- Desarrollar y certificar una norma internacional que permita a los productores de aceitunas acceder al mercado de créditos de CO2. Este es el objetivo del proyecto europeo Life Oliver (OLIve tree for Verified Emission Reduction generation), coordinado por la Universidad de Perugia, con la participación de Asaja Jaén y financiado por el programa LIFE de la Unión Europea.

Para ello, busca incentivar la adopción de prácticas agronómicas sostenibles que aumenten el secuestro de carbono en el suelo y reduzcan las emisiones de gases de efecto invernadero en el sector olivarero. Al implementar estas prácticas, las explotaciones olivareras podrán beneficiarse económicamente, al generar certificados de carbono comercializables en el actual mercado voluntario de créditos de CO2.

Tradicionalmente, los flujos de carbono que operan en el olivar solo se han asociado a la absorción de CO₂ atmosférico a través de la fotosíntesis y su almacenamiento en forma de carbono orgánico en la biomasa de los olivos, ignorándose el papel crucial de los flujos de carbono orgánico en el suelo, de los que depende la fertilidad del olivar y su capacidad para actuar como fuente o como sumidero de CO2

Las explotaciones olivareras podrán beneficiarse económicamente, al generar certificados de carbono comercializables en el actual mercado voluntario de créditos de CO2

Estos flujos se ven afectados por diversas actividades agronómicas como el mantenimiento de una cubierta vegetal, la aplicación de los restos triturados de poda, la reducción del laboreo, o el uso de enmiendas de fertilizantes orgánicos como alperujo compostado, estiércol o biochar. Estas prácticas no solo incrementan el secuestro de carbono, sino que también mejoran la biodiversidad y la resiliencia del suelo frente a la erosión y la sequía.

Huella de carbono
Otro aspecto fundamental es la huella de carbono del olivar, que representa la cantidad total de emisiones de CO2 equivalente generadas durante el ciclo de vida del cultivo, desde la preparación del suelo hasta la producción del aceite. Si la cantidad de CO2 retirado de la atmósfera por parte del olivar es mayor que la suma de las salidas de CO₂ desde el agrosistema y las emisiones generadas por las operaciones de campo, el olivar estará actuando como un sumidero de CO2 y, por tanto, contribuyendo a mitigar el cambio climático.

Objetivo
El principal objetivo de Life Oliver es desarrollar una metodología que aúne sencillez y rigor científico, para estimar la cantidad adicional de CO2 que se podría secuestrar al implementarse prácticas de manejo más sostenibles que las que se venían realizando durante los últimos años. El diseño de estas prácticas de manejo que pueden conducir a secuestrar más CO2 es lo que se conoce como “Proyecto de Agricultura del Carbono” (“Carbon Farming Project” en inglés).

En un proyecto de Agricultura del Carbono, un intermediario autorizado certifica si desde que la finca de olivar inició la aplicación de un conjunto de prácticas agronómicas más sostenibles, se ha producido una reducción de la huella de carbono. Esto puede parecer sencillo si se considera que la situación de partida (lo que se conoce como “línea base”) es la huella de CO2 al iniciarse el proyecto. Sin embargo, aún está por dilucidar qué valor de referencia establecerá la UE para la línea base. En cualquier caso, si se secuestra más CO2 con el proyecto de agricultura del carbono que con la línea de base, se generan créditos de CO2 que pueden ser comercializados en el mercado voluntario, proporcionando a los agricultores una nueva fuente de ingresos y fomentando la adopción de prácticas sostenibles.

El pasado día 6 de marzo, tuvo lugar en las instalaciones de Asaja Jaén, una Jornada para explicar estos conceptos a un grupo numeroso de agricultores de la provincia de Jaén. La presentación fue conducida por José Liétor Gallego y Pablo Domouso de Agar, investigadores pertenecientes al grupo de investigación liderado por Roberto García Ruiz (Catedrático de Ecología de la Universidad de Jaén).