Olimerca.- La tuberculosis o verrugas del olivo, causada por la bacteria Pseudomonas savastanoi pv. savastanoi, es la enfermedad más antigua y más estudiada de este cultivo. Los daños causados varían en función del nivel de infección, pero pueden ocasionar graves pérdidas en cantidad y calidad de la cosecha.

En los últimos años, con el auge de los olivares intensivos y superintensivos, que utilizan peines y cosechadoras cabalgantes como sistemas de recolección que aumentan las heridas en las ramas, ha hecho que aumente también la incidencia de la enfermedad.

Sin embargo, la información disponible sobre resistencia o tolerancia a la enfermedad, aunque abundante, presenta numerosas lagunas y confusiones, según revela un artículo publicado recientemente en Phytoma.

Antonio Trapero, investigador de la Universidad de Córdoba, junto a Carlos Trapero y Luis F. Roca, ha recopilado en este artículo el estado actual del conocimiento sobre resistencia genética a la tuberculosis y las perspectivas futuras del uso de variedades y nuevos genotipos de olivo resistentes a esta enfermedad.

Reconocen que “la alta susceptibilidad a la tuberculosis de las principales variedades empleadas en el cultivo intensivo y el adelanto de la recolección, que a su vez propicia temperaturas más favorables para el patógeno y un aumento de heridas provocado por la mayor fuerza de retención del fruto, se obtiene un escenario extremadamente favorable para la enfermedad”, reconoce

En este trabajo, los autores reconocen que la información disponible sobre susceptibilidad varietal a la tuberculosis procede, generalmente, “de observaciones de campo en colecciones y ensayos comparativos de cultivares, lo que ha generado bastante confusión al estar basada en diferentes situaciones agronómicas y climáticas”.

De 1.250 cultivares catalogados, tan solo se dispone de información sobre susceptibilidad a la tuberculosis en 237 variedades; en muchos casos, además, una misma variedad aparece clasificada en varias de las tres categorías de susceptibilidad establecidas: alta, media y baja. Estas discrepancias se podrían resolver mediante la inoculación artificial de plantas de olivo en condiciones controladas, pero en general no se han obtenido resultados consistentes y, con frecuencia, no se corresponden con las observaciones de campo, “lo que pone de manifiesto la complejidad de este patosistema y su dificultad de manejo en condiciones controladas”.

Como se ha demostrado en las inoculaciones artificiales, la cepa utilizada de la bacteria puede ser determinante de la susceptibilidad o resistencia de las variedades evaluadas. Otro factor que apenas se ha evaluado y que podría alterar el resultado es el tipo de herida. “Aunque generalmente se realiza una herida en las ramitas antes de inocular la planta, no se han evaluado diferentes tamaños, localizaciones y profundidades de estas heridas, que podrían hacer que los mecanismos de defensa o de cicatrización de la planta no se expresen en algunos casos”.